DAVID CONTRA GOLIAT, O LO QUE ES LO MISMO, ARTESANO CONTRA INDUSTRIAL

En estos tiempos tan convulsos cada vez nos encontramos con más piedras en el camino. Pero al mismo tiempo nos hacen ser más obstinados en seguir adelante y no sucumbir ante el gigante. La industria.

Todos hemos oído la historia de David contra Goliat, recogida en la Biblia. Y aunque no la hayamos leído, sí entendemos su mensaje. La victoria del pequeño frente al grande, del desvalido frente al poderoso.

Es un sentimiento que da forma a pensar que somos nosotros los que tenemos que hacer posible nuestros logros.

La mayor debilidad de Goliat es lo que le hace parecer más fuerte.

La teoría de Malcom Gladwell

Esta teoría la pretende formular el psicólogo Malcom Gladwell, en su libro “David and Goliath. Underdogs, Misfits, and the Art of Battling Giants”, en la que intenta demostrarnos que desde que David derribó con una honda y una piedra a Goliat, los más débiles han llegado mucho más lejos de lo que sus condicionantes sociales les deberían haber permitido a priori.

Según Gladwell la teoría en la que se basa para convencernos es que David vence a Goliat por saber sacar más provecho a sus cualidades.

En opinión de Gladwell, lo que cuenta la historia, es que David consiguió ganar haciendo imponer sus virtudes sobre las de su adversario, con el que se encontraba en casi igualdad de condiciones. Goliat lo habría destrozado en un combate cuerpo a cuerpo. Pero probablemente David era un virtuoso de la honda, con la que había pasado toda su existencia derribando a leones y lobos.

¿Cuál es la moraleja de la historia?

A todos nos gusta sentirnos débiles.

La fortaleza es sólo una apariencia, recuerda Gladwell. Todos los Goliat tienen importantes puntos débiles que un enemigo avezado puede descubrir y aprovechar.

Si el más fuerte gana todas las batallas, no hay ninguna esperanza para el resto de nosotros, ¿verdad?

Incluso los poderosos prefieren identificarse con el desvalido: “Si los mismos que tienen todo el poder, todo el dinero y toda la autoridad son los que van a ganar todas las peleas, ¿para qué vamos a seguir adelante?

Lo que quiero transmitir a través de la historia de David contra Goliat no es otra que provocar. Provocarnos más constancia para llegar a conseguir que el sector heladero artesano llegue a tener el reconocimiento que se merece.De una vez por todas. Y que la administración apoye firmemente el esfuerzo, y tome partido por el sector artesano en vez de siempre apoyar a la industria.

Artesano hasta en la sopa

Os voy a contar lo último en descaros. Una gran empresa industrial del sector, que ya introduce en su nombre la denominación artesano, fué un paso más allá. Quiso registrarse como “Asociación de Artesanos del Helado”. Si, sabían de nuestra existencia. Esto provocó que tuviéramos que recurrir a estamentos legales para impedirlo. Estamentos tan de moda estos días, aunque no siempre bien entendidos por la ciudadanía.

Ya contamos que intentan confundir al consumidor final. Con todas las campañas de marketing remarcando la “artesanalidad” de sus productos, cuando hay mercado para todo el mundo. Que se anuncien como helado industrial, que también es aceptado por todo el mundo.

En la época en la que hay que poner toda la información en la etiqueta de cada producto, resulta que ya en el título se miente. Y se les permite que continúen disfrazando la realidad.

Un paso más del camino

Sabemos que con este escrito no llegaremos a concienciar mucho a la población, que es la que debe valorar el esfuerzo que hacemos los artesanos. Pero sí que será una piedra más en el muro que intentamos levantar para protegernos del intrusismo de la industria. No es la primera vez, ni será la última, que intentemos marcar la diferencia

No es la primera vez que intentamos dejar patente que se distinga el helado industrial del artesano. Que el consumidor cuando pruebe un helado sepa lo que se está tomando realmente. Perfectamente podemos coexistir, pero cada uno con sus características. Sin querer aprovecharse de los demás.

Conclusión

Cada uno tenemos un mercado, y es lícito competir cada uno con lo que ofrece a la gente, pero no mentir, no vale todo. Sí saben que no es un helado artesano, ¿para qué se anuncian como tal?

Y lo más grave de todo: ¿Por qué se lo permite la administración?

A ver si alguna vez conseguimos que en vez de que el pez más grande se coma siempre al pequeño, que David vuelva a ganar a Goliat.

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